TALLER DE MEDITACIÓN
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martes, 26 de abril de 2011

El Combustible Espiritual

   Hoy en día sobreabundan los movimientos y tendencias que tratan de orientar la búsqueda, como en todos los periodos críticos, hacia la espiritualidad. Desde un sinnúmero de perspectivas diferentes y muchas de ellas de suma validez, se busca darle un mayor sustento espiritual a la vida que se lleva. Para darle mayor contenido, riqueza, volver a recuperar valores perdidos.
   Para nosotros, desde la dinámica mental, es siempre fundamental, no perder de vista la integridad de la persona humana. Esta integridad, que definimos, como cuerpo, psiquis y mente.
  En nuestra concepción entendemos psiquis de una forma parecida a la emocionalidad de la persona. Y el concepto de mente, en forma semejante al de espíritu.
   Solemos decir que estos tres elementos que uno separa en forma arbitraría y con afán didáctico, forman una unidad que se informa e influencia recíprocamente. Por eso en nuestro trabajo, es fundamental el comienzo en la comunicación con el propio cuerpo. Solía insistir el padre Moreno, en la importancia de remarcar que la génesis de la vida espiritual era inconcebible sin el potenciamiento del cuerpo. En nuestra definición de mente, solemos hablar de ella como conciencia encarnada, lo que marca desde origen la importancia de lo corporal como sustento de la espiritualidad. Y a la vez el efecto formativo que esta mente espíritu ejerce sobre la conformación del cuerpo, esta información es desde nuestra óptica semejante al pensamiento, el padre Moreno decía algo semejante a:  a quien crea explicar el pensamiento por el cerebro, le resta explicar el origen del cerebro por el mismo tipo de información que la del pensamiento. 
   Partimos entonces con el reconocimiento y toma de conciencia del propio cuerpo, que no se detiene en él y que al ir produciendo una relajación progresiva, continúa su desarrollo hacia un ordenamiento de la vida emocional. Es decir que esa estructura de cuerpo y emociones se ordena, permitiendo el surgimiento de la información, que siempre es de carácter formativo, de la vida espiritual y que va fomentando la creación de una síntesis racional-lógica que se integra con lo emocional-afectivo, dando lugar al surgimiento de lo que definimos como ideas fuerzas. Concepto a veces no del todo claro y de difícil entendimiento para algunos. No son ideas positivas que vienen desde afuera, dadas por algo o alguien, sino que surgen espontáneamente luego de un arduo trabajo de saneamiento a niveles orgánico-emocionales.
  Desde este lugar trabaja la dinámica mental, en sus diferentes ejercicios y propuestas de relajaciones y meditaciones. Es un acercamiento progresivo a un centro unificador que va provocando una visión epifánica en todo su alrededor.
   Es de suma importancia tener bien claro y calibrar la importancia de cada una de las partes expuestas, es decir que estas unidades constitutivas, cuerpo, psiquis y mente, no agotan la conciencia libre, son la puerta de acceso, cualquiera de ellas al poder profundizar en un anclaje en la realidad. La integración de estas partes sin negar ninguna de ellas, pero con el ordenamiento necesario, el padre Moreno lo explica claramente:

  “Una conciencia limitada al cuerpo, en el caso de una enfermedad física, conducirá necesariamente  a una identificación del yo con la enfermedad que se padece, pero no se es la enfermedad. La autoimagen parcializada en la vida afectiva, conducirá a convertirse en el problema afectivo que se padece pero que no se es. Lo mismo acontece con un pretencioso angelismo de una imagen descarnada, que no es otra cosa que la negación más flagrante del ser”

   Desde la meditación y la dinámica mental, alentamos toda aquella búsqueda ordenada a la salud, que no pierda de vista la totalidad e integridad de la persona humana.

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