TALLER DE MEDITACIÓN
Reinicio actividades 29/2/2016
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viernes, 14 de marzo de 2014

Relajación: Un concepto que a menudo se entiende mal

   Examinemos el maxilar inferior. Cuando no habla, come o hace alguna otra cosa con la boca, la gente la conserva cerrada. ¿Qué es lo que mantiene el maxilar inferior contra el superior? Si la relajación, que ahora está tan de moda, fuese la condición correcta, el maxilar inferior colgaría libremente y la boca estaría siempre abierta. Pero ese estado de relajación sólo se observa en los idiotas de nacimiento o en los casos de conmoción paralizante.
   Tiene importancia comprender por qué una parte esencial del cuerpo, como lo es el maxilar inferior, puede encontrarse en ese estado de ser sostenido permanentemente, por músculos que trabajan sin cesar mientras estamos despiertos, sin que tengamos, sin embargo, la sensación de hacer algo para mantener así el maxilar inferior. Para dejarlo colgar libremente deberíamos en realidad, aprender a inhibir los músculos que intervienen en ese proceso. Si intenta relajar el maxilar inferior hasta que caiga por su propio peso y abra la boca, comprobará que no es tarea fácil. Cuando logre hacerlo, notará que además se han producido cambios en la expresión de la cara y en los ojos. También es probable que, al término del experimento, descubra que normalmente tiene cerrada la boca con demasiada fuerza. Tal vez descubra, asimismo, el origen de esa excesiva tensión. Después de relajar el maxilar, observe el retorno de la tensión y, por lo menos, comprobará cuán infinitamente poco sabe el hombre acerca de sus propios poderes y de sí mismo en general.
   Para una persona inteligente los resultados de este experimento pueden ser importantes, más tal vez que atender a sus ocupaciones, porque su capacidad para ganarse la vida mejorará cuando descubra qué es lo que resta eficiencia a la mayor parte de sus actividades.

                                                                                  Moshe Feldenkrais

lunes, 3 de febrero de 2014

Los pinches tiranos


"Ese capataz es un verdadero tesoro" dijo mi benefactor. "Es algo demasiado raro para ser desperdiciado.
Algún día tienes que volver a esa casa".
"Se deshacía en elogiar a mi suerte de encontrar un pinche tirano, único en su género, con un poder casi
ilimitado. Pensé que el señor estaba loco. Me tomó años entender cabalmente lo que me dijo en ese entonces.
-Este es uno de los relatos más horribles que he escuchado en mi vida -dije-. ¿Realmente volvió usted a esa
casa?
-Claro que volví, tres años después. Mi benefactor tenia razón. Un pinche tirano como aquel era único en su
género y no podía desperdiciarse.
-¿Cómo logró usted regresar?
-Mi benefactor ideó una estrategia utilizando los cuatro atributos del ser guerrero: control, disciplina,
refrenamiento y la habilidad de escoger el momento oportuno.
Don Juan dijo que su benefactor, al explicarle lo que él tenía que hacer en la casa del patrón para enfrentar a
aquel ogro de hombre, también le reveló que los nuevos videntes consideraban que habían cuatro pasos en el camino del conocimiento. El primero es el paso que dan los seres humanos comunes y corrientes al convertirse en aprendices. Al momento que los aprendices cambian sus ideas acerca de sí mismos y acerca del mundo, dan el segundo paso y se convierten en guerreros, es decir, en seres capaces de la máxima disciplina y control sobre si mismos. El tercer paso, que dan los guerreros, después de adquirir refrenamiento y la habilidad de escoger el momento oportuno, es convertirse en hombres de conocimiento. Cuando los hombres de conocimiento aprenden a ver, han dado el cuarto paso y se han convertido en videntes. Su benefactor recalcó el hecho de que don Juan ya había recorrido el camino del conocimiento lo suficiente para haber adquirido un mínimo de los dos primeros atributos: control y disciplina.
-En aquel entonces, me estaban vedados los otros dos atributos -prosiguió don Juan-. El refrenamiento y la
habilidad de escoger el momento oportuno quedan en el ámbito del hombre de conocimiento. Mi benefactor me permitió el acceso a ellos a través de su estrategia.
-¿Significa eso que usted no hubiera podido enfrentarse al pinche tirano por su cuenta? -pregunté.
-Estoy seguro de que hubiera podido hacerlo yo solo, aunque siempre he dudado que hubiera podido hacerlo con estilo y elegancia. Mi benefactor disfrutó inmensamente dirigiendo mi tarea. La idea de usar un pinche tirano no es solo para perfeccionar el espíritu sino también para la felicidad y el gozo del guerrero.
-¿Cómo podría alguien gozar con el monstruo que describió usted?
-Ese señor no era nada en comparación con los verdaderos monstruos que los nuevos videntes enfrentaron
durante la Colonia. Todo parece indicar que aquellos videntes se quedaron bizcos de tanta diversión. Probaron que hasta los peores pinches tiranos son un encanto, claro esta, siempre y cuando uno sea guerrero. Don Juan explicó que el error de cualquier persona que se enfrenta a un pinche tirano es no tener una estrategia en la cual apoyarse; el defecto fatal es tomar demasiado en serio los sentimientos propios, así como las acciones de los pinches tiranos. Los guerreros por otra parte, no solo tienen una estrategia bien pensada, sino que están también libres de la importancia personal. Lo que acaba con su importancia personal es haber comprendido que la realidad es una interpretación que hacemos. Ese conocimiento fue la ventaja definitiva que los nuevos videntes tuvieron sobre los españoles.
Dijo que estaba convencido de que podía derrotar al capataz usando solamente la convicción de que los
pinches tiranos se toman mortalmente en serio, mientras que los guerreros no.
Siguiendo el plan estratégico de su benefactor, don Juan volvió a conseguir trabajo en el mismo molino de
azúcar. Nadie recordó que él trabajó allí; los peones trabajaban en el molino de azúcar por temporadas.
La estrategia de su benefactor especificaba que don Juan tenia que ser esmerado y circunspecto con quien
fuera que llegara buscando otra víctima. Resultó que la misma señora llegó, como lo había hecho años antes y se fijó inmediatamente en don Juan, quien tenía aún más fuerza física que la vez anterior.
Tuvo lugar la misma rutina con el capataz. Sin embargo, la estrategia requería que don Juan, desde el
principio, rehusara pago alguno al capataz. Al hombre jamás se le había hecho eso, y quedó asombrado.
Amenazó con despedir a don Juan del trabajo. Don Juan lo amenazó por su parte, diciendo que iría directamente a la casa de la señora a verla. Le dijo al capataz que él sabía donde vivía ella, porque trabajaba
en los campos aledaños cortando caña de azúcar. El hombre comenzó a regatear, y don Juan le exigió dinero antes de aceptar ir a casa de la señora. El capataz cedió y le entregó algunos billetes. Don Juan se dio perfecta cuenta de que el capataz accedía sólo como ardid para conseguir que aceptara el trabajo.
El mismo me llevó de nuevo a la casa -dijo don Juan-. Era una vieja hacienda propiedad de la gente del
molino de azúcar; hombres ricos que o bien sabían lo que pasaba y no les importaba, o eran demasiado
indiferentes para darse cuenta.
"En cuanto llegamos ahí, corrí a buscar a la señora. La encontré, caí de rodillas y besé su mano para darle
las gracias. Los dos capataces estaban lívidos."El capataz de la casa me hizo lo mismo que antes. Pero yo estaba preparadísimo para tratar con él; tenía yo control y disciplina. Todo resultó tal como lo planeó mi benefactor. Mi control me hizo cumplir con las más absurdas necedades del tipo. Lo que generalmente nos agota en una situación como ésa es el deterioro que sufre nuestra importancia personal. Cualquier hombre que tiene una pizca de orgullo se despedaza cuando lo hacen sentir inútil y estúpido.
“Con gusto hacía yo todo lo que el capataz me pedía. Yo estaba feliz y lleno de fuerza. Y no me importaban
un comino mi orgullo o mi terror. Yo estaba ahí como guerrero impecable. El afinar el espíritu cuando alguien te pisotea se llama control.”
Don Juan explicó que la estrategia de su benefactor requería de que en lugar de sentir compasión por sí
mismo, como lo había hecho antes, se dedicara de inmediato a explorar el carácter del capataz, sus
debilidades, sus peculiaridades.
Encontró que los puntos más fuertes del capataz eran su osadía y su violencia. Había balaceado a don Juan
a plena luz del día y ante veintenas de espectadores. Su gran debilidad era que le gustaba su trabajo y que no quería ponerlo en peligro. Bajo ninguna circunstancia intentaría matar a don Juan dentro de la propiedad,
durante el día. Su otra gran debilidad consistía en que era hombre de familia. Tenia una esposa e hijos que
vivían en una casucha cerca de la casa.
-Reunir toda esta información mientras te golpean se llama disciplina -dijo don Juan-. El hombre era un
demonio. No tenia ninguna gracia que lo salvara. Según los nuevos videntes, el perfecto pinche tirano no tiene ninguna característica redentora.
Don Juan dijo que los dos últimos atributos del ser guerrero, que él aún no tenia en aquel entonces, habían
quedado automáticamente incluidos en la estrategia de su benefactor. El refrenamiento es esperar con
paciencia, sin prisas, sin angustia; es una sencilla y gozosa retención del pago que tiene que llegar.
-Mi vida era una humillación diaria -prosiguió don Juan-, a veces hasta lloraba cuando el hombre me pegaba
con su látigo, y sin embargo, yo era feliz. La estrategia de mi benefactor fue lo que me hizo aguantar de un día a otro sin odiar a nadie. Yo era un guerrero. Sabía que estaba esperando y sabía qué era lo que esperaba. Precisamente en eso radica el gran regocijo del ser guerrero. Agregó que la estrategia de su benefactor incluía acosar sistemáticamente al hombre, escudándose siempre tras un orden superior, así como habían hecho los videntes del nuevo ciclo, durante la Colonia, al escudarse con la iglesia católica. Un humilde sacerdote era a veces más poderoso que un noble. El escudo de don Juan era la señora dueña de la casa. Cada vez que la veía se hincaba ante ella y la llamaba santa. Le rogaba que le diera la medalla de su santo patrón para que él pudiera rezarle por su salud y bienestar.
-Me dio una medalla de la virgen -prosiguió don Juan-, y eso casi aniquiló al capataz. Y cuando conseguí que las cocineras se reunieran a rezar por la salud de la patrona casi sufrió un ataque al corazón. Creo que
entonces decidió matarme. No le convenía dejarme seguir adelante.
"A manera de contramedida organicé un rosario entre todos los sirvientes de la casa. La señora creía que yo
tenia todas las características de un santo.
"Después de aquello ya no dormía profundamente, ni dormía en mi cama. Cada noche me subía al techo de
la casa. Desde allí vi dos veces al hombre llegar a mi cama con un cuchillo.
"Todos los días me empujaba a los pesebres de los garañones con la esperanza de que me mataran a
patadas, pero yo tenia una plancha de tablas pesadas que apoyaba en una de las esquinas. Yo me escondía
detrás de ella y me protegía de las patadas de caballo. El hombre nunca lo supo porque los caballos le daban náuseas; era otra de sus debilidades, la más mortal de todas, como resultó al fin.
Don Juan dijo que la habilidad de escoger el momento oportuno es una cualidad abstracta que pone en
libertad todo lo que está retenido. Control, disciplina y refrenamiento son como un dique detrás del cual todo está estancado. La habilidad de escoger el momento oportuno es la compuerta del dique.
El capataz sólo conocía la violencia, con la cual aterrorizaba. Si se neutralizaba su violencia quedaba casi
indefenso. Don Juan sabía que el hombre no se atrevería a matarlo a la vista de la gente de la casa, así. que
un día, en presencia de otros trabajadores y también de la señora, don Juan insultó al hombre. Le dijo que era un cobarde y un asesino que se amparaba con el puesto de capataz.
La estrategia de su benefactor exigía que don Juan estuviera alerta para escoger y aprovechar el momento
oportuno y voltearle las cartas al pinche tirano. Cosas inesperadas siempre suceden así. De repente, el más
bajo de los esclavos se burla del déspota, lo vitupera, lo hace sentirse ridículo frente a testigos importantes, y
luego se escabulle sin darle tiempo de tomar represalias.
-Un momento después -prosiguió don Juan-, el hombre enloqueció de rabia, pero yo ya estaba piadosamente hincado frente a la patrona.
Don Juan dijo que cuando la señora entró a su recamara, el capataz y sus amigos lo llamaron a la parte
trasera de la casa, supuestamente para hacer un trabajo. El hombre estaba muy pálido, blanco de ira. Por el tono de su voz don Juan supo lo que el hombre pensaba hacer con él. Don Juan fingió obedecer, pero en vez de dirigirse adonde el capataz le ordenaba corrió hacia los establos. Confiaba en que los caballos harían tanto ruido que los dueños de la casa saldrían a ver lo que pasaba. Sabía quo el hombre no se atrevería a dispararle, y que tampoco se acercaría adonde estaban los caballos. Esa suposición no se cumplió. Don Juan había empujado al hombre más allá de sus límites.
-Salté al pesebre del más salvaje de los caballos -dijo don Juan-, y el pinche tirano, cegado por la rabia, sacó su cuchillo y se metió tras de mí. Al instante, me escondí detrás de mis tablas. El caballo le dio una sola patada y todo acabó.
"Yo había pasado seis meses en esa casa,. y durante ese periodo ejercí los cuatro atributos de ser guerrero.
Gracias a ellos había triunfado. Ni una sola vez. sentí compasión por mí mismo, ni lloré de impotencia. Sólo
sentí regocijo y serenidad. Mi control y mi disciplina estuvieron afilados como nunca lo estuvieron. Además,
experimenté directamente, aunque no los tenía, lo que siente el guerrero impecable cuando usa el
refrenamiento y la habilidad de escoger el momento oportuno."
"Mi benefactor explicó algo muy interesante. Refrenamiento significa retener con el espíritu algo que el
guerrero sabe que justamente debe cumplirse. No significa que el guerrero ande por ahí pensando en hacerle
mal a alguien, o planeando cómo vengarse y saldar cuentas. El refrenamiento es algo independiente. Mientras el guerrero tenga control, disciplina y la habilidad de escoger el momento oportuno, el refrenamiento asegura que recibirá su completo merecido quienquiera que se lo haya ganado."
-¿Triunfan alguna vez los pinches tiranos, y destruyen al guerrero que se les enfrenta? -pregunté.
-Desde luego. Durante la Conquista y la Colonia los guerreros murieron como moscas. Sus filas se vieron
diezmadas. Los pinches tiranos podían condenar a muerte a cualquiera, por un simple capricho. Bajo ese tipo de presión, los videntes alcanzaron estados sublimes.
Aseguró don Juan que, en esa época, los videntes que sobrevivieron tuvieron que forzarse hasta el límite
para encontrar nuevos caminos.
-Los nuevos videntes -dijo don Juan mirándome con fijeza- usaban a los pinches tiranos no sólo para
deshacerse de su importancia personal sino también para lograr la muy sofisticada maniobra de desplazarse
fuera de este mundo. Ya entenderás esa maniobra conforme vayamos discutiendo la maestría de estar
consciente de ser.
Le expliqué a don Juan que lo que yo le había preguntado era si, en el presente, en nuestra época, los
pinches tiranos podrían derrotar alguna vez a un guerrero.
-Todos los días -contestó-. Las consecuencias no son tan terribles como las del pasado. Hoy en día, por
supuesto, los guerreros siempre tienen la oportunidad de retroceder, luego reponerse y después volver. Pero el problema de la derrota moderna es de otro género. El ser derrotado por un repinche tiranito no es mortal sino devastador. En sentido figurado, el grado de mortandad de los guerreros es elevado. Con esto quiero decir que los guerreros que sucumben ante un repinche tirano son arrasados por su propio sentido de fracaso. Para mí eso equivale a una muerte figurada.
-¿Cómo mide usted la derrota?
-Cualquiera que se une al pinche tirano queda derrotado. El enojarse y actuar sin control o disciplina, el no
tener refrenamiento es estar derrotado.
-¿Qué pasa cuando los guerreros son derrotados?
-O bien se reagrupan y vuelven a la pelea con más tino, o dejan el camino del guerrero y se alinean de por
vida a las filas de los pinches tiranos.

sábado, 1 de febrero de 2014

Recordando algún fragmento, perdido por ahí, en las arenas del tiempo

Decía don Henry Miller, por ahí:

   "El que sube canta. Lo embriagan y exaltan las vistas que se le revelan. Sube con pie seguro, sin pensar en lo que queda debajo, en caso de que se escurriera y perdiese el control, sino en lo que queda por delante. Todo queda por delante. El camino es infinito y, cuanto más lejos llegas, más se abre el camino. Las ciénagas y cenagales, los pantanos y los sumideros, las trampas y celadas, están todas en la mente. Esperan al acecho, dispuestos para tragarte en el momento en que dejes de avanzar. El mundo fantasmal es el que no se ha conquistado del todo. Es el mundo del pasado, nunca del futuro. Avanzar aferrándose al pasado es como arrastrar una bola y una cadena. El preso no es quién ha cometido un crimen, sino quien se aferra a su crimen y lo vive una y mil veces. Todos somos culpables de un crimen, el gran crimen de no vivir la vida al máximo, pero todos somos libres en potencia. Podemos dejar de pensar en lo que no hemos hecho y hacer lo que está en nuestro poder. Nadie se ha atrevido a imaginar de verdad que pueden ser esos poderes que hay dentro de nosotros. Que son infinitos lo comprenderemos el día en que reconozcamos ante nosotros que la imaginación lo es todo. La imaginación es la voz de los atrevidos. Si hay algo de naturaleza divina en Jesús es eso, se atrevió a imaginarlo todo."

   Pensando en nuestro trabajo y en el trabajo sobre el tiempo, las tres etapas del tiempo vital que se entrecruzan, pasado, presente y futuro, todo está sucediendo en este momento y en un primer movimiento, en cada suceso, hay como una brecha creacional, un tiempo cero, en la que uno puede descubrir algo diferente.Como el escultor que va sacando las formas de la belleza del trozo de mármol, la figura está ahí esperando ese des-velamiento, ese surgir de la forma en toda su plenitud. Esa vida que se manifiesta en el tiempo y que está hecha de tiempo, despliega, por una toma de conciencia que permita dar una calibración emocional diferente, a partir de nuevas formas de pensar la realidad,  la valoración personal y  los sucesos, posibilita el despliegue de  nuevas y diferentes acciones, que pueden ser palabras, silencios, movimiento o quietud. Todo esto resulta en una acción directa sobre la realidad, en un acto de creación pura. Por un "momento" que se nutre de la eternidad y entra en contacto con la misma uno tiene la posibilidad de realizar un acto creador, que afecta directa e indirectamente a todo el destino del cosmos. 
Vaya uno a saber si esto no es una simple exageración. 
Esta sería otra forma de definir que entendemos por meditar.


martes, 20 de noviembre de 2012

El salto mortal del pensamiento


Eso solamente, dar un salto mortal. Le cedo la palabra a Carlos Castaneda en el conocimiento silencioso.


Naturalmente, quise que me explicara "el puro entendimiento". Él río y se sentó en una banca.
-Voy a decirte algo fundamental acerca de los brujos y sus actos de brujería -continuó-. Algo acerca del
salto mortal del pensamiento a lo inconcebible. Quizás esto te dé la clave para comprender el puro
entendimiento.
Dijo que algunos brujos se dedicaban a relatar historias. El narrar historias era para ellos no sólo el
explorador de vanguardia que sondeaba sus límites perceptuales, sino también su camino a la
perfección, al poder, al espíritu, al puro entendimiento. Guardó silencio por un momento; era obvio que
buscaba un ejemplo apropiado. Me recordó que los indios yaquis poseían una colección oral de eventos
históricos que ellos llamaban "fechas memorables". Yo sabía que las fechas memorables eran una
compilación de relatos orales de su historia como nación en pie de guerra contra los invasores de su
tierra: los españoles primero, los mexicanos después. Don Juan dijo de manera enfática, siendo él
mismo un indio yaqui, que las fechas memorables constituían un acopio de sus derrotas y de su
desintegración.
-¿Que dirías tú -preguntó- tú que eres un hombre educado, si un brujo que relata historias tomara un
relato de las fechas memorables, digamos por ejemplo, la historia de Calixto Muni y le cambiara el final?
En vez de decir que Calixto Muni fue descuartizado por sus ejecutores españoles, como realmente
ocurrió, él narrara la historia de Calixto Muni como el rebelde victorioso que logró liberar a su pueblo.
Yo conocía la historia de Calixto Muni, un indio yaqui quien, según las fechas memorables, sirvió
durante muchos años en un barco bucanero en el Caribe, con objeto de aprender estrategias de guerra.
A su regreso a Sonora, se las arregló para levantarse en armas contra los españoles y declarar la guerra
de independencia, tan sólo para ser traicionado, capturado y ejecutado.
Don Juan me instó a hacer algún comentario. Le dije que yo me veía obligado a creer que, el cambiar
un relato objetivo, basado en hechos reales, conforme él lo describía, era un recurso psicológico del
brujo narrador para expresar sus anhelos ocultos. O quizás una forma personal e idiosincrática de
aminorar la frustración. Agregué que inclusive hasta llamaría a ese brujo narrador un patriota, porque era
obviamente incapaz de aceptar la amarga derrota.
Don Juan se ahogó de risa.
-Pero no se trata sólo de un específico brujo que relata historias -arguyó-. Todos los brujos que relatan
historias hacen lo mismo.
-En ese caso, es una estratagema socialmente aprobada que expresa los anhelos ocultos de toda una
sociedad -respondí-. Una forma socialmente aceptada de desahogar colectivamente la tensión
psicológica.
-Tu argumento es locuaz, convincente y muy razonable -comentó-. Pero debido a que te falta el puro
entendimiento no puedes ver tu falla.
Me miró como si me estuviera persuadiendo a comprender lo que me decía. Yo no hice ningún comentario; cualquier cosa que hubiera dicho me habría hecho parecer resentido.
-El brujo que relata historias y que cambia el final de un relato real y socialmente aceptado -dijo- lo
hace bajo la dirección y los auspicios del espíritu. Como puede y sabe manejar su conexión con el
intento, puede también manejar el puro entendimiento y cambiar las cosas. El brujo narrador hace señas
de que ha intentado cambiar el relato, quitándose el sombrero, poniéndolo sobre el suelo y dándole una
vuelta completa de derecha a izquierda. Bajo los auspicios del espíritu, ese simple acto lo precipita
dentro del espíritu mismo. Ha dejado que su pensamiento dé un salto mortal a lo inconcebible.
Don Juan levantó el brazo por encima de la cabeza y, por un instante, apuntó hacia el cielo, sobre la
línea del horizonte.
-Debido a que su puro entendimiento es un explorador de vanguardia que sondea aquella inmensidad
-prosiguió don Juan- el brujo narrador sabe, sin lugar a dudas, que, en algún lugar, de alguna manera,
ahí en ese infinito, en este mismo momento, ha descendido el espíritu. El pensamiento ha dado un salto
mortal a lo inconcebible y Calixto Muni es el victorioso. Ha liberado a su pueblo. Su lucha ha trascendido
lo personal.
-¡Quién eres tú y tu pinche racionalidad para poner cadenas al pensamiento!

miércoles, 18 de julio de 2012

Caperucita Roja, según Eric Berne

Caperucita roja

Érase una vez una dulce niña llamada Caperucita Roja, y un día su madre le mandó a llevar comida a su abuela atravesando el bosque. Por el camino se encontró con un lobo tentador que pensó que ella era un bocado muy apetitoso. En vez de presentarse con aire solemne, el lobo le dijo que bailara, cantara, se escondiera y cogiera flores. Mientras ella se entretenía, el lobo fue a casa de la abuela y se comió a la anciana señora. Cuando llegó Caperucita Roja, él fingió que era su abuela y la invitó a meterse en la cama con él. Ella lo hizo, y observó muchas cosas peculiares en su aspecto, que le hicieron preguntarse si aquélla era realmente la anciana. Él primero trató de tranquilizarla, y luego se la comió (al parecer sin masticarla) Vino un cazador y la rescató abriendo al lobo en canal, y la abuela también salió viva. Entonces, Caperucita, muy contenta, ayudó al cazador a llenar de piedras la barriga del lobo. En algunas versiones, Caperucita pide socorro y el cazador mata al lobo con un hacha y la rescata justo a tiempo, antes de que el villano pueda comérsela. Aquí también hay una escena de seducción entre una doncella inocente a la que gusta coger flores y un animal astuto que la traiciona. Al animal le gusta comer niños, pero acaba con la barriga llena de piedras. Igual que a Amymona, a Caperucita la envían a hacer un recado útil, tiene problemas con un lobo por el camino, y se hace amiga de su salvador. Para un marciano, esta historia suscita preguntas interesantes. Él la toma en sentido literal, incluido el lobo que habla, aunque nunca haya visto ninguno. Pero, dado que ocurre, se pregunta por qué pasa todo eso y a qué clase de gente le pasa. He aquí sus pensamientos sobre la cuestión.

  Una reacción marciana

Un día, la madre de Caperucita la envió a llevar comida a su abuela pasando por el bosque, y por el camino, una niña se encontró con un lobo. ¿Qué clase de madre envía a una niña a un bosque donde hay lobos? ¿Por qué no lo hizo la propia madre, o por qué no fue con Caperucita? Si la abuela estaba tan imposibilitada, ¿por qué la madre la dejaba vivir sola en una cabaña tan lejos? Pero, si tenía que ir Caperucita, ¿cómo es que su madre nunca le había advertido que no se detuviera a hablar con los lobos? En el cuento queda claro que a Caperucita nunca le habían dicho que aquello fuera peligroso. En realidad, ninguna madre podía ser tan estúpida, o sea que parece como que a la madre no le importara mucho lo que pudiera pasarle a Caperucita, o quizás incluso quisiera deshacerse de ella. Y tampoco hay ninguna niña tan estúpida. ¿Cómo podía Caperucita mirar los ojos, las orejas, las manos y los dientes del lobo y seguir creyendo que era su abuela? ¿Por qué no salió de allí lo más rápidamente que pudo? Y además, ¡vaya una niña mezquina!, ¡recogiendo piedras para meterlas en la barriga del lobo! De todos modos, cualquier niña sincera, después de hablar con el lobo, indudablemente no se habría parado a coger flores, sino que se habría dicho: “ese hijo de perra va a comerse a mi abuela si no consigo ayuda deprisa.” Ni siquiera la abuela y el cazador están libres de sospecha. Si ahora tratamos a los personajes de esta historia como a personas reales, cada una con su propio guión, veremos cómo se enredan sus personalidades de forma evidente, desde el punto de vista marciano
 1. Evidentemente, la madre está tratando de perder a su hija «accidentalmente», o por lo menos quiere acabar diciendo: «¡Es terrible! Hoy en día no puedes siquiera pasear por el parque sin que algún lobo ... » etc.
 2. El lobo, en vez de comer conejos y cosas así, obviamente está excediéndose, y debe saber que por ese camino acabará mal, o sea que debe de querer crearse problemas. Evidentemente leyó a Nietzsche o a alguien parecido cuando era joven (si podía hablar y ponerse un gorro, ¿por qué habría de ser capaz de leer?), y su lema era algo así como “Vivir peligrosamente y morir gloriosamente.”
 3. La abuela vive sola y no cierra su puerta con pestillo, o sea que tal vez esté esperando que pase algo interesante, algo que no podría pasar si ella viviera con su familia. Quizás por eso no se trasladó a vivir con ellos, o por lo menos en una casa próxima. Probablemente era lo bastante joven como para desear aventuras, ya que Caperucita todavía era una niña pequeña.
4. El cazador es obviamente un libertador que disfruta manipulando a sus enemigos vencidos y ayudando a dulces niñas: claramente se trata de un guión de adolescente. Caperucita dice al lobo muy explícitamente dónde puede volver a verla, e incluso se mete en la cama con él. Evidentemente está jugando al «rapto», y acaba muy contenta de todo lo que ha pasado.
 5. La verdad es que todos los personajes del cuento buscan acción a casi cualquier precio. Si se toma en sentido el saldo final, todo este asunto era una maquinación contra el pobre lobo, por la que se le hacía creer que era más listo que nadie, utilizando a Caperucita de cebo. En ese caso, la moraleja de la historia no es que las niñas inocentes deberían apartarse de los bosques donde hay lobos, sino que los lobos deberían apartarse de las niñas inocentes y de sus abuelas; en resumen, un lobo no debería pasear solo por el bosque. Esto, además, suscita la interesante pregunta de qué hizo la madre aquel día después de librarse de Caperucita.

Berne, Eric: ¿Qué dice usted después de decir “Hola”?. Barcelona, Grijalbo, Pp. 58-59.

miércoles, 9 de mayo de 2012

Un poco de aire fresco

Que bueno la gente que se expresa con sencillez, sentimiento, y transmite con claridad, dan ganas de vivir, Gracias sr. Paenza

viernes, 20 de abril de 2012

Bioenergetica

Realmente un libro excelente, medular en el trabajo de Lowen y en todo el desarrollo de su obra.
Muy bueno para cualquiera que realice trabajos relacionados con el cuerpo y la salud




BIOENERGÈTICA. DR. ALEXANDER LOWEN